martes, 26 de octubre de 2010

Cuando el maltrato animal se transforma en abuso humano

La psicóloga Paulina González advierte como el abuso y amenaza en contra de los animales de compañía se transforma en maltrato psicológico y moral hacia las personas, sobre todo cuando estas son adultos mayores. Advierte además de la necesidad de planificar que pasará con quienes han sido fieles compañeros al morir sus amos o guardianes.

Por Paulina González (*) psicóloga

Al hablar de maltrato animal no son sólo ellos quienes eventualmente sufren de una forma u otra esta clase de abusos. Su dueños, sus amos, ya sean ancianos, hombres, mujeres y niños también son arrastrados a algún tipo de vejación.

Cuando nos referimos al maltrato que se le puede provocar a una persona a consecuencia del despojo de su animal de compañía, este se puede clasificar en maltrato psicológico y maltrato moral. Aunque parezca poco creíble, este tipo abusos es más recurrente de lo que se piensa.

El maltrato psicológico se define como todas aquellas conductas que atentan contra la integridad psíquica y emocional de una persona. Este se puede manifestar mediante la humillación, los insultos, las amenazas, las vejaciones, la exigencia a la obediencia, los gritos, el aislamiento social, la culpabilización, el rechazo, el chantaje emocional y todas aquellas que tengan como objeto menguar la autoestima de la persona.

Un caso de Maltrato Psicológico que fue denunciado a través de la red de animalistas independientes; es el de una anciana de la comuna de El Bosque donde claramente el abuso que recibía a diario llegó a afectarla. Cada día su hijo y otros familiares cercanos amenazaban con echar a la calle a sus perros si éstos no se sanaban de la sarna y otras enfermedades que los aquejaban. Afligida ante la imposibilidad económica de poder costear un veterinario y por la promesa de parte de sus familiares de botar a sus animales de compañía, esa anciana fue torturada psicológicamente día a día, sin ella poder hacer nada.

 Si bien este tipo de violencia no es tan visible como la física y es más difícil de demostrar, sus consecuencias y daños son tanto o más profundos para quienes lo sufren. Quizás justamente por ser un tipo de abuso que se hace invisible al resto. Y por tanto puede ser reiterado sin que nadie lo note.

 En este caso el maltrato sicológico incluso afectó a su nieta que sufría al ver como su abuela era obligada a deshacerse de sus animales. En este sentido un maltrato que comenzó con esos perros dejados eventualmente a su suerte, enfermos y mal cuidados se fue extendiendo a su dueña e incluso al entorno familiar que a ella la rodeaba. En este caso, una niña.

El otro tipo del abuso hacia personas es el Maltrato moral. En la actualidad los animales de compañía son consideradas como bienes por el Código Civil, es decir es similar, por ejemplo, a un sillón, un televisor, etc. Incluso si pensamos en estos términos, más aceptados por la ley, en este sentido, también existiría un maltrato al sujeto a través de sus pertenencias, puesto que se trata en este caso, de la pérdida o destrucción parcial de sus cosas o elementos tangibles de propiedad, con el subsecuente sufrimiento relacionado a la consubstancial tendencia a atesorar del ser humano. Más específicamente, consiste en el despojo de uno de sus bienes, con el cual ha establecido una relación de cariño y cuidado mutuos.

Muchos ancianos y niños sufren de maltratos morales, humillaciones, amenazas e intimidación, que sólo se detendrían con la condición de deshacerse de sus animales de compañía o permitir los abusos en contra de sus animales.

Los ancianos y el futuro de sus animales de compañía

No es habitual preguntarse qué pasa con los animales de compañía de aquellas personas de la tercera edad que al fallecer quedan a su suerte. En algunas ocasiones, perros, gatos u otros animales pasan al cuidado de los familiares una vez que el anciano muere. Pero cuándo no es así ¿Cómo se garantiza que esos animales, que muchas veces acompañaron a su amo por varios años, tendrán un trato justo y digno? Esa pregunta se la hacen una y otra vez, aquellos abuelitos concientes de que viven la última etapa de sus vidas y ven que el futuro más probable de su mascota, una vez que ellos mueran, sea el abandono. Muchas veces los mismos familiares los torturan diciendo que cuando fallezcan, el destino de su animal de compañía será la calle o el abandono. Ante esa actitud de amenaza de familiares y amigos, estamos frente a otro maltrato psicológico contra esa persona de la tercera edad que teme por el futuro que corra su animal de compañía.

De esta manera volvemos al maltrato animal. Una vez que el amo muere, lo más probable, es que los familiares boten al animal de compañía a la calle, no le den los cuidados que merece o más aún, al no querer hacerse responsables de ella, la sacrifiquen. En este sentido es importante hacer un llamado a las personas que poseen perros y/o gatos a que piensen en el futuro de las mismas cuando ellos mueran. Una forma de adelantarse y asegurar el bienestar de quienes han sido fieles compañeros a los largo de sus vidas. Y por otro lado un llamado a los familiares, amigos y el entorno de ese anciano o anciana que muere, dejando sin dueño a sus animales. A considerar que sus perros y/o gatos también fueron parte de sus vidas y lo más probable es que sea su deseo, que encuentren un lugar digno donde vivir y un nuevo dueño que se encargue de ellas.

Los animales como seres sintientes merecen que, una vez que su dueño fallece, sean reasignados en nuevos hogares, que garanticen sus cuidados. Por eso es deber de los familiares de esa persona seguir resguardando los derechos de ese animal y no agregar a la pena de la persona fallecida, hechos de maltrato y vejación en contra de quien también ha sufrido una perdida, la de su guardián o amo.

(*) Paulina González pertenece a la red de animalistas independientes. Fue voluntaria en el rescate de los últimos animales que quedaban en Chaitén en mayo de 2009 y es la rescatistas que sacó del lecho del Río Mapocho a Kim.

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