lunes, 14 de marzo de 2011

Centrales atómicas: derrames, fallas y vertidos radiactivos - Atucha I de ARGENTINA

Debate nacional sobre peligros y seguridad ambiental (Archivo 2006)

Publicado en suplemento El Observador, del diario  “Perfil”, Buenos Aires (Argentina),
el 22 Octubre 2006.

Discusión atómica en Argentina
  Qué hay tras los problemas de Atucha I
  Gabriela Manuli

La central nuclear de Atucha salió de servicio hace un mes por una falla en su generador. El Gobierno ocultó públicamente durante una semana la novedad para no agravar la crisis energética que se percibía en EE.UU., en medio de la visita de Kirchner a ese país. La otra central atómica, la de Embalse, está al máximo. El debate sobre la energía nuclear y el plan K.

Cuando el jueves 21 de septiembre se decidió sacar de servicio la central energética nuclear Atucha I, por una falla en el intercambiador de calor que demoraría al menos tres meses en repararse, la noticia no salió en ningún medio. Nucleoeléctrica Argentina S.A. (Na-Sa), la operadora, tardó más de una semana en darle difusión pública al problema. Pero no fue para todos igual. Los principales operadores del sector lo supieron casi simultáneamente cuando leyeron, la mañana siguiente, el informe de situación de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa): “23.42 Atucha controlada indisponible”.

Mantener en secreto la novedad trajo incertidumbres: organizaciones como Greenpeace exigieron información por miedo a un derrame radiactivo y, por otra parte, volvió el fantasma de los posibles problemas energéticos en pleno ingreso al período de alta demanda. Hoy, en la Argentina, casi el 8% de la electricidad consumida es de origen nuclear. Además de Atucha, cuyo cierre implica una disminución del 3%, funciona la central atómica Embalse. Se está construyendo Atucha II, que finalizaría en 2010, y ya hay proyectos de levantar una cuarta central (*).

Este no es el único problema en el sector energético: se sumó la salida de otras centrales eléctricas clave como Dock Sud, Puerto y Río Grande. El Gobierno, para intentar paliar la crisis, postergaría la parada técnica de Embalse hasta el último plazo que permiten los protocolos internacionales. Fuentes del sector creen que se intentó de todas maneras que la falla de Atucha pase inadvertida para no incrementar la sensación térmica de conflicto. “Estamos a las puertas de una crisis energética inminente, en el verano va a ser una situación acuciante y la tecnología nuclear, más que ofrecer una solución al problema, lo profundiza”, advierte Juan Casavelos, coordinador de la campaña de energía de Greenpeace.

Falla

El hermetismo trajo consigo una serie de dudas y preguntas que aún no fueron respondidas. “La primera noticia, que se publicó en el diario Infobae, informó sobre una falla en el sistema convencional de Atucha I que no compromete componentes nucleares. Después, en el diario Clarín, la operadora de la central dijo que se trataba de una falla en el sistema intercambiador de calor, que es en el componente nuclear”, explicó Casavelos.

La organización ambientalista pidió información precisa sobre los motivos de la falla a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), un ente autárquico que tiene como función regular y finalizar la actividad nuclear. Exigieron que se aclare si el problema provocó pérdidas al medio ambiente de sustancias radiactivas y afectó la salud de la población. “Pasó algo que en principio no es lo que dijeron, ahora se confirmó que es una falla seria en la parte nuclear y queremos saber su gravedad”, alerta Casavelos.

Na-Sa, la operadora de Embalse y Atucha I y II, depende de la Secretaría de Energía que está bajo la órbita del Ministerio de Planificación. Se creó el 7 de septiembre de 1994 por el decreto 1540. En plena ola privatizadora, se buscó despejar el camino para que las tres centrales pudieran pasar a manos privadas. Finalmente no sucedió esto y hoy las plantas están en manos de una sociedad anónima del Estado Nacional, cuyo directorio está conformado en su mayoría por ex y actuales miembros de la CNEA.

Por su parte, Raúl Racana, presidente de la ARN y gobernador alterno de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), minimiza lo sucedido: “Nosotros veníamos viendo hace mucho tiempo una pequeña pérdida de agua pesada, y a partir de un punto se decide parar para hacer un mantenimiento correctivo. No significa nada, no son fallas peligrosas y tienen que ver con un daño a las instalaciones y no a la gente. No puede traer una pérdida radiactiva”.

Sin embargo, un experto vinculado con el área nuclear –que pidió reserva de su identidad– no se muestra tan optimista: “No se sabe todavía cuál es la falla: sí saben que fue en uno de los dos intercambiadores de calor del moderador. Son dos y fueron reparados hace como siete años; se supuso que la reparación era completa, pero se vio que no”.

Aunque niega que el problema pudo haber traído pérdidas radiactivas al medio ambiente, agrega una cuestión de ineficiencia: “Es un equipo diseñado en los 60, con más de 30 años de operación continua. Se usa con el reactor andando y apagado, y tendría que haber sido renovado. El problema tiene que ver con el mal gerenciamiento, porque en Nucleoléctrica saben que los dos intercambiadores están mal. La ARN debería exigir los planes de mantenimiento preventivo y no lo hace. Ahora se supone que van a arreglar este intercambiador, pero el otro está en tan mal estado como el que se rompió, así que puede suceder lo mismo en cualquier momento”.

Historia repetida

La falla en Atucha trajo a la memoria los anteriores problemas de las centrales locales. “Un problema de todo el sector es el secretismo. El mecanismo de información pública está condicionado y eso limita las capacidades de control y fiscalización real. La mayoría de los accidentes nucleares de los últimos años se oculta”, critica Eduardo Gudynas, director del Centro Latinoamericano de Ecología Social.

Según una investigación de Greenpeace, en 1998 Atucha I sufrió un incremento de actividad y vibraciones dentro del reactor que provocó su salida de operación por un año: parte de los elementos combustibles se encontraron dentro de la vasija de presión. Además, el año pasado, un operario sufrió una sobreexposición a la radiación cuando realizaba actividades de mantenimiento de máquinas para manipular el combustible.
La Fundación para la Defensa del Ambiente (FUNAM) relevó los accidentes sufridos por la Central de Embalse en Córdoba: “Estuvo muy cerca de tener un gravísimo accidente al comenzar sus operaciones en junio de 1983, pero recién se supo cuatro años más tarde. En septiembre de 1989 hubo una pérdida de agua pesada al lago de Embalse; en diciembre del mismo año dejó de funcionar por problemas en sus válvulas. En 1995 se comprobaron daños en tubos de presión y pérdida de agua pesada, y en 1996 hubo contaminación con tritio radiactivo en el interior de la central. Por último, en 2003 existió un problema en un generador de vapor y se fugó agua pesada al lago”.

Polémica

El debate globalizado sobre la energía nuclear –que produce aproximadamente un 17% de la energía eléctrica en el mundo– concentra opiniones polarizadas. Según informa la OIEA, hoy hay 442 plantas en operación, 6 en vías de cumplir su ciclo de vida y 28 en construcción. A esta cifra hay que sumarle los planes de construir, al menos, 73 reactores más. En Europa, un tercio de la energía eléctrica es nuclear, hay 165 reactores y 59 de ellos se encuentran en Francia, uno de los íconos atómicos.

Mientras el Gobierno argentino lanza el plan nuclear como una solución de avanzada, en España, uno de los pilares del gobierno socialista es la apuesta antinuclear: no renovar los permisos de las plantas y que haya un plan de cierre progresivo. Del otro lado del Atlántico, el país ibérico tiene ocho reactores en funcionamiento que producen el 23% de la electricidad consumida.

Eduardo González, presidente del Foro de la Industria Nuclear Española y presidente de la Asociación Europea de la Industria Nuclear (Foratom), polemiza con la decisión en su país: “Yo creo que en España todavía se sigue ligando lo nuclear a una cuestión de derechos y de izquierda, de ideología política, se considera que es progresista el que no haya energía atómica. Yo creo que es una equivocación del progresismo de salón. Es una energía que necesitamos hoy más que nunca. Además, nosotros defendemos la convergencia entre renovables y lo nuclear”.

En el mismo sentido, opina el presidente de la ARN: “La radiación tiene mala prensa; es un tema político y psicológico. En Francia no contamina, en Inglaterra poco, en Alemania contamina mucho y en Italia tanto que no tienen ni una sola central nuclear”.

En Argentina, los críticos de los átomos echan la culpa de los males al lobby nuclear enquistado en todos los gobiernos y que representa a concepciones anacrónicas. Sin excepción, todos apuntan contra el secretismo del sector, aun hoy influenciado por el origen militar de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA): todo lo que sucede puertas adentro de las centrales es confidencial y reservado. El caso de Atucha I, entonces, sería una confirmación más de una historia conocida: la información atómica en democracia se sigue manejando como un secreto de Estado.

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(*)
EL GOBIERNO NUCLEAR

Por Gabriela Manuli

El programa fue anunciado con bombos y platillos: el Gobierno relanzó el 23 de agosto de este año (2006) el Plan Argentino Nuclear, que implica, entre otras cosas, finalizar la construcción de la controvertida Atucha II y el inicio de estudios para la realización de otra central. La inversión prevista es de US$ 3.500 millones en 8 años. Además, se reiniciaría la producción de uranio enriquecido que se había interrumpido en los 80.

En el acto en la Casa Rosada destacaron el carácter pacífico de todos los anuncios y aseguraron el cumplimiento de los tratados internacionales que se firmaron. Esto busca evitar tensiones con el gobierno de EE.UU., que se podrían generar más que nada por el tema del enriquecimiento de uranio.

Este sería uno de los puntos clave que se trataron los primeros días de octubre en una reunión entre ambos países (que coincidió con el cierre temporal de Atucha I). En el encuentro –que se realiza desde hace cuatro años por un convenio bilateral existente– participó Elsa Kelly, directora de Asuntos Nucleares de la Cancillería, y expertos de la Comisión Nacional de Energía Atómica, junto a la cúpula nuclear del Departamento de Estado estadounidense.

También se dieron definiciones de los otros puntos del Plan Nuclear. Atucha II, cuyas obras truncas comenzaron hace 26 años, estaría lista para entrar en servicio en 2010. Además, se busca extender la vida útil de Embalse y se realizarán trabajos para prolongar su funcionamiento por 25 años. Los estudios para ver la posibilidad de instalar una cuarta central nucleoeléctrica en el país comenzarían una vez terminada Atucha II.

Fuente: http://www.igooh.com/notas/centrales-atomicas-derrames-fallas-y-vertidos-radiactivos/

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